Antiguamente, cuando las calles de las ciudades eran estrechas y tenían sistemas de desagüe deficientes, el efecto de las lluvias era aterrador. El agua creaba verdaderos ríos que se precipitaban por las calles arrastrando todo, incluso perros y gatos callejeros que se paseaban por canalejas y azoteas. Se cree que la vista de sus embarrados cuerpos en las calles dio origen a la extraña expresión de “llover perros y gatos”
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