En Japón existe la costumbre o creencia de adivinar la personalidad de una persona según su grupo sanguíneo, tal como ocurre con los signos del zodíaco en occidente.
El tipo de sangre es un factor muy importante para obtener un empleo, recibir educación, establecer grupos de amistades y encontrar pareja. Es común que las figuras públicas como artistas y políticos anuncien como parte de su curriculum su tipo de sangre, incluso personajes ficticios de anime o manga se les asigna un tipo de sangre de acuerdo a la personalidad que debieran tener. Esta cultura popular fomentada por los medios de comunicación, ha sido adoptada como un estilo de vida que nadie cuestiona siquiera. La ciencia mundial no reconoce la relación entre el tipo de sangre y la personalidad, cosa que avergüenza a muchos científicos y médicos nipones ya que es un hecho más esotérico que real.
En la actualidad, clasificar a los trabajadores por tipo sanguíneo y destinarlos a ciertos sectores, y los alumnos sometidos a métodos educativos distintos por su grupo sanguíneo en algunos colegios son algunos de los perjuicios que aún perduran.
En Japón y Corea hay cada vez más voces que se elevan contra esta creencia popular, muy expandida.
La ciencia médica de Japón descarta categóricamente esta idea. La personalidad de un individuo está formada por una mezcla de factores genéticos y ambientales. El tipo de sangre está determinado genéticamente, cualquier influencia -si existe- sobre la personalidad debe ser muy pequeña.
En general, se dice que los afortunados pertenecen al grupo A, ya que se les considera ordenados, serios y perfeccionistas y los del grupo O por su cualidad de líderes. En cambio, los del grupo B dicen son egoístas, tienen su habitación sucia y son famosos por colocar su ansia de libertad por encima de los valores colectivos, lo cual supone todo un tabú en la civilización asiática. Las personas con el tipo AB tienen 2 personalidades. Los grupos B y AB son objeto de numerosas críticas.
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